lunes, 19 de octubre de 2009


Con la gabardina a medio poner, sin aretes, los guantes en el bolso, el peso de la maleta y otra nueva que llevo en la espalda; llena de amor, de nostalgia, de risas a carcajadas, de fotos en cada punta de Otono, de enredos tejidos... esa maleta no puedo dejarla, necesito llevarla en éste viaje y llegar a mi destino, quizas si después regreso por ella se han volado algunos olores y se han borrado algunas fotos, pues todo lo empaque de afán y sin saber que era ese día que necesitaba llevarmela, jamás imaginé que debía llevarme esa maleta con esas palabras, con esas desiciones y con esas risas.

El bus pasa todos los días a las 17, salí a las 15, por entre un espacio de la puerta, con afán y sin poder pensar y sentir los olores que llevaba allí, corrí hasta la estación más cerca, tomé el bus que me lleva al Hautpbahnhof, entonces con la respiración agitada el pelo en la cara y los guantes y la gabardina aún desordenados, escogí como siempre la ventana, esta vez en el tren que me voy a Munich, quedé sin aliento alguno, con la mirada fija, pero viajando hacia mis recuerdos.

Cómo haces para que todo vibre tan fuerte? me preguntaba, mientras viajaba en el laberinto de mis recuerdos y me fui allá donde nos conocimos, allí donde unimos nuestras almas sin saberlo, donde en un juego de ojos cerrados y tapados, sólo con el tacto necesitabamos reposarnos en el otro, y sin planearlo tu y yo nos estabamos buscando... Sin saberlo seguimos tejiendo esa hermosa amistad y que hoy se ha convertido en algo que no tiene nombre y que tampoco lo necesita. Seguí viajando y me tropecé con las muchas veces en que nos sentimos uno solo donde nos sentimos tan completos, cuando siempre tuvimos una excusa para un brownie con cafecito, donde sin decirlo para el mundo eramos lo que no eramos pero lo que queriamos ser, me encontré después con las caricias a tu pelo, a las miradas que hacias para buscarme entre los demás cuando llegabas antes o después que yo a algún lugar, abrí una puerta en la que reposaban las millones de letras que nos escribimos, salí de el y ´tome el camino hacia la derecha, ahí me encontré contigo y cuando lo hacemos sin ser conscientes estamos en la casita que ocnstruimos para los dós, esa que queda allá en las nubes de madera, donde están tus manzanas verdes que saben fresa, nos tocabamos, nos mirabamos, nos regalabamos amor con los ojos, con las manos y nos escondiamos entre las nubes.

Ihren Fahrausweis, bitte - escuché de repente una voz seca y grosera, era el tipo que controla los tiquetes del tren, lo entregué, desperté y llegué de ese viaje que siempre hago cuando te traigo a mi mente, nunca me acomodé el pelo ni la gabardina. En 10 minutos que llegue a mi casa, al desempacar la maleta, sacaré todo eso que tu haz decidido guardar y que yo no tuve opción. Basta. Ahí estará en el cajón del armario, y sé que en el tuyo también, pero ese amor es tan grande que no cabe ahí y se colará por entre algunas letras, en algunas risas, ya ha acurrido porque eso fue hace casi tres meses, y tenemos mucho más por escribir, nos volvimos a encontrar hace poco y no respetamos nada, tampoco nos importó no respetar, porque es imposible, seremos inmortal para cada uno.

*Foto: SAZ