lunes, 15 de febrero de 2010

VIERNES


Aún no sé dónde te bajas, pero si en que estación te subes. Te he visto de azúl y de negro, te va bien el negro. La mayoría de veces dirijes tu mirada a la ventana, de vez en vez ayudas a una anciana que siempre sube los viernes con bolsas y una vieja maleta Café. Hoy no vino.

No había estado más cerca de ti que la distancia de dos asientos, y esto sólo me ha bastado para extrañar tu olor cuando regreso a casa o cuando no estás, para saber que tienes dos lunares junto a tus ojos, y que te gusta usar loción, siempre y demasiada; también te gustán los chicles, siempre comes uno al subirte. A mi también. Huyes tu mirada cuando alcanzo a mirarte con disimulo por entre el reflejo de la ventana.Yo tampoco puedo soportar mirarte demasiado, pero creo que también buscas mi mirada.---- ¿Quién eres?

Pero hoy, llegando a tu estación estaba pendiente si estabas fuera, como una Niña chiquita que juega a las escondidas con la mirada y se esconde tras la espalda de su papá. Te ví y quite la mirada, estaban casi todos los asientos vaciós, mientras mostrabas tu ticket al chofer hacias un paneo donde sentarte, hiciste Stop en el asiento de mi lado, como si marcases tu territorio ahí y tu quisieses que yo lo supiera. Te venías acercando agarrándote de los tubos para no caerte y sin quitarme la mirada. Te sentaste, y al hacerlo no saludaste, no hablaste, y no comiste tu chicle de siempre. Llegué a mi estación, el camino se me hizo eterno, imaginaba que preguntarte, y de repente había muchas mariposas volando en mi estomago. Tome mis guantes, acomodé mi chaqueta, mi pelo y me paré decidida para que entendieras que necesitaba salir, te paraste y me entregaste un papel, no tuve tiempo de preguntarte ¿por qué?, ¿para qué? ¿qué hago? el chofer esperaba por mi bajada con mirada arrogante e impotente por el retrovisor. Me bajé levitando, no vivía, no repsiraba, sólo hasta que perdí de vista del Bus cuando dobló la esquina.

Y bueno, te respondo, también quiero concocerte. Espero al Lunes y me pondré mi ropa más bonita.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta historia es tan común como las personas y tan vieja como el transporte masivo; pero nada de esto le quita su singularidad.

walker dijo...

Me encanta.. es una historia que apasiona y te obliga a querer consumir una y cada una de las letras que componen esta historia que se pasea entre la aventura del primer amor y la certeza de ese amor eternoo...